Si de festejar el cumpleaños de Alfredo se trataba, el festejo fue lo que no faltó y como para que él se diera cuenta de que todos calculan su edad y tienen el registro de su vida, el festejo mencionado duró dos meses, 2 meses, two...cómo decirlo claro, clarito: dos meses de fiesta , brindis y alegría. En esos días todo fue encontrarnos, compartir, vivir la alegría de estar juntos.
El gran motivo estuvo en el cumple de: Alfredo, Europio, el Pollo, remisero, cantinero...Cuántos apelativos para decir siempre lo mismo, que lo queremos, que sabemos que está siempre, que se desvive por todos, que es feliz sirviéndonos y que nosotros gozamos cuando está, simplemente cuando está.
Violeta disfrutó durminedo en el medio de los abuelos; Facu rompió con voluntad; los adultos, los adultos comieron como para el juicio final, pero todos supimos lo que es "parar la vida y encontrarnos".
Sí, no vivimos pegoteados, peleando, deseando no vernos; a veces nos pasamos factura de distancia, nos pasan, sin embargo cuando nos encontramos, aún en la incomodidad, sentimos la plenitud de querernos.
Diego y Flor, sin palabras; Santi y Chole, más silencio; los cuatro juntos una hermosura. Ahora vienen María y Javi, sumándose al clan que inauguraron Martín y Noe en marzo. ¿ Qué falta para aderezar la alegría? Este año tuvimos el regalo de que nos visitaran todos y más, nosotros los vamos a visitar a todos.
Estamos felices por toda esta movida, de ser los promotores, de estar pensando en cuándo nos encontramos, de buscar espacios de familia.
En estos días nace FRANCISCO, lo que nos tiene muy movilizados y esperanzados...que todo salga bien, el bebé sanito, la mamá tranquila...y el padre, por supuesto, con energía. Es otro regalo de la vida.
No es que no hay dificultades, las hay y las tienen como todos. Nos unimos en la ayuda distante, más de escucha, dejando a cada uno y a cada una, la libertad de decidir sobre su vida y sus problemas. Hoy el teléfono sonó tantas veces que la siesta se malogró, sin embargo la preocupación no llega a la absorción, sólo acompaña. A nosotros, pero sobre todo a mí, esta distancia nos resulta reparadora y creo que a ellos los libra del agobio materno y paterno. Sin duda que los extrañamos, y tanto, tanto, tanto que muchos días las lágrimas contenidas ahogan, asfixian y yo siento una tristeza desoladora, pero como soy muy acaparadora de esta forma también siento que no los invado, que los respeto más.
Olalá, que bueno es decirlo así, sin dudas y en el momento de la alegría.
En pocos días partimos para BUE y la fiesta empieza de nuevo¡¿Qué tal?!