miércoles, 27 de octubre de 2010

Presencia encantadora


Desde hace varios días los observo a hurtadillas por la ventana del dormitorio y con sus largos picos trabajan denodadamente juntando pajitas, pastitos. Son hermosos, esbeltos, atractivos con un garbo pleno de prestancia.

El jardín les pertenece, nadie puede acusar presencia pues su ronco canto chilla de enojo si se ven sorprendidos; aún no se han acostumbrado a vernos por ahí ni tampoco a que somos los verdaderos dueños y que todo lo que tienen es gracias a nuestro obsequio generoso.

En realidad los generosos son ellos que nos regalan su belleza, esta especie de cuento misterioso y silencioso que da cuenta del paraíso.

Son padrazos ya que cuidan a sus crías con celo expectante y les guían los primeros pasos acompañándolos con las alas extendidas para evitar que no puedan avanzar.

Eso sí, cuando alcanzan el vuelo ya los consideran criados y no los vuelven a tocar...

¿ EJEMPLO DE PADRES, no?