El fin de semana anterior al del paseo a Buenos Aires nos hicimos una escapadita a Osorno de maravillas:caminatas, compras, risas y mucha amistad; fue una salida de película.
Sin embargo, la nostalgia no puede dar crédito a su verdad, porque siempre es grato volver al primer amor y más si en él se acunulan los cariños de la vida:
Santi, Sole, Viole y Facu, por un lado;
por el otro, Martín, Noe y ¿...?;
en el caminar con ambos la alegría de días hermosos, calurosos a más no poder,
llenos de felicidad, de besos infantiles y caricias regordetas.
Con un locro por testigo, fruto de mucha paciencia y ganas de compartir, festejamos los 27 de Santi a todo trapo, incuído el tercer ojo de Facu, quien para no salir del mandato tuvo su consabido cocazo con cicatriz y todo.
Ese día fue pleno, agotador y divertido; lo vivimos convencidos de que lo que se festeja perdura y aquí el amor tuvo su protagonismo.
Tampoco faltaron, para no dejar blancos, las visitas a familiares y amigos que lograron, junto a la dicha del encuentro, cumplir con la cuota de calurosidad ciudadana...
Sí!!!!!!!!!!!!cuánto calor, pero cuánto a esta altura del año; fue como para que pueda refirmar mi teoría de que aunque bella, esta ciudad se volvió invivible, por lo menos para mí.
Con shoping y cine incluídos, emprendí el regreso a la semana con una gastroenteritis histórica, en medio de la niebla y la reprogramación de vuelos. Y sí, vio? para que fuera completo, no faltó nada. Menos mal que fue poca demora y a la tarde estaba en casa con Alfredo.
Dios mío, en medio de todo, el balance resultó fantástico y ya estamos planeando otro viaje.
En realidad de esto se trata la jubilación, de paseos y recepciones; y como estamos a un poquito del cumple de Alfredo, pensamos festejarlo así: paseando.