Cuántas veces le escuché decir, producto de una época feminista y de mujeres poco valoradas: "no aceptes ser sólo ama de casa". Yo también lo pensé y debo confesar que ocupó muchos de mis intereses juveniles.
Cuánto tiempo pasó para que empezáramos a pensar en positivo valorando la tarea doméstica.
Pertenezco a esta generación intermedia que debía saber todo lo "del hogar" y al mismo tiempo luchar por conquistar nuevos títulos y espacios políticos, sociales, laborales.
Cada vez que debíamos realizar un trámite administrativo y llegábamos al casillero de la ocupación, pensábamos dos veces la palabra a colocar: "ama de casa " y la cara era de lástima; cuando me tocaba a mí ponía docente con satisfacción de logro superador. Claro que lo era, no podemos desmerecerlo; pero ahora, en este tiempo productivo, leo esto de que un ama de casa, una mamá, es doctora en cuidados infantiles y experta en relaciones públicas.
Es la encargada de llevar adelante proyectos excelentísimos que comprometen la vida misma de sus hijos. "Proyectos de vida" que entregará a sus dueños cumplido el ciclo.
Es experta en gestión administrativa, licenciada en economía, máster en comunicaciones sociales, profesora de ciencias aplicadas y sobre todo doctora en vida...como que Dios la llena de pruebas y siempre puede alcanzar los objetivos. El dolor y la alegría anidan en su corazón y los reparte transformados en sonrisas.
Querida Ñata, no me alcanzan los espacios para escribir tus doctorados como que para empezar nada más, hiciste la escuela y la universidad con todos, estuviste siempre presente, dispuesta, alerta. Tenías respuesta para todo y espíritu de investigación cuando algo no sabías. Y cuando los saberes modernos te fueron pasando renovaste tu doctorado con los proyectos de tus nietos.
Hace mucho que te extraño y añoro poder decirlo: te quiero mucho, Ñata, mamá, ama de casa.